Un refrigerador solar

El protagonista de esta impactante imagen es el Telescopio Solar McMath-Pierce (actualmente fuera de servicio), que se encuentra en el Observatorio Nacional Kitt Peak (KPNO), un Programa de NOIRLab de NSF. El McMath-Pierce vio la luz por primera vez en 1962 y continuó operando por unos impresionantes 55 años, hasta que fue retirado del servicio en el año 2017. Durante gran parte de su vida, fue considerado el telescopio solar más grande de la Tierra. Observar el Sol puede parecer una tarea bastante sencilla, dado que uno de los mayores desafíos a los que se enfrentan los astrónomos consiste en recoger suficiente luz de las remotas estrellas, planetas y galaxias. En términos astronómicos, el Sol está muy cerca de la Tierra y es, sin duda, el objeto más brillante de nuestro Sistema Solar, por lo que recoger suficiente luz es, de hecho, un desafío mucho menor. Sin embargo, la luz solar aporta en exceso algo que otros distantes objetos astronómicos no aportan: el calor. Por eso el enfriamiento de los telescopios solares representa un enorme desafío. El calor de la luz solar calienta fácilmente el aire dentro del túnel del telescopio y distorsiona los datos finales obtenidos por los astrónomos. Para evitar este problema en el Telescopio Solar McMath-Pierce, los diseñadores utilizaron una pintura especial, tuberías con líquido refrigerante y los efectos naturales de refrigeración del subsuelo para enfriar el fondo del túnel óptico de 61 metros (200 pies) a unos 6° C (11° F) por debajo de la temperatura ambiente exterior. Aunque las instalaciones se encuentran actualmente fuera de servicio, se está reutilizando para convertirse en el Centro Windows on the Universe para la divulgación de la astronomía de NOIRLab.